El jueves 31 de julio de 2008, a las diez de la mañana, salió de su casa ubicada en el barrio Las Margaritas de la localidad de Kennedy en Bogotá, Milton Javier Mora Wilches, de 31 años de edad, soltero e hijo del compañero Isidro Mora Dimaté, quien informó a su hermana que volvería más tarde a la hora del almuerzo, porque se pasaría por la Alcaldía Local de Sumapaz, que queda en la calle 35 Sur No. 70B-25 en el barrio Carvajal, localidad de Kennedy, para averiguar sobre unos papeles que él había pasado para un cargo de temporeros que tienen la Alcaldía para trabajar en España.
Milton fue visto hacia las once de la mañana por varias personas cuando se encontraba cerca a la Alcaldía Local de Sumapaz. Hasta ahí se conoció del paradero de Milton Javier. Su familia al principio no se preocupó mucho, pues él solía ausentarse a veces por varios días de la casa y de pronto llamaba y comunicaba que estaba bien. Al pasar unos cinco días sin que se conociera de su paradero, su familia al ver que no se reportaba empezó a buscarlo con los amigos y familiares, y ninguno de ellos sabia del paradero de Milton, por lo que se procedió a colocar la denuncia de su desaparición el viernes 15 de agosto de 2008, ante el CTI de Cundinamarca, donde inmediatamente le informaron a sus familiares que habían encontrado un cuerpo tirado en el río Magdalena, cerca a la población de Nariño, municipio de Girardot (Cundinamarca), el martes 5 de agosto de 2008, con las mismas características que ellos señalaban. Cuando el CTI les mostró las fotos pudieron identificar que se trataba de Milton Javier Mora Wilches.
La localidad 20 de Sumapaz, en los últimos tres años, ha sido objeto de la implementación de la política de “seguridad democrática”, con más de cinco compañías del Ejército Nacional de alta montaña, ubicados en diferentes sitios de la localidad. Pero a pesar de la supuesta seguridad, se han cometido más de siete asesinatos en esta localidad, y el 80% corresponde a crímenes de estado.
Isidro Mora y su familia son personas reconocidas en todo el Sumapaz, y las comunidades pueden dar testimonios de que son personas trabajadoras y honestas, que han dedicado su vida al servicio social de la región y no unos delincuentes para que lo estén hostigando, persiguiendo, espiando o vigilando.
Antecedentes
En diciembre de 1992, a las 5:30 am fue allanada la casa del compañero Isidro Mora Dimaté, identificado con la cédula de ciudadanía No. 19.204.911 de Bogotá, ubicada en la vereda Taque Grande, corregimiento de Nazaret, localidad 20 de Sumapaz.
El Ejército Nacional llegó a la residencia del campesino, violentando las puertas de la casa, y con palabras soeces como: “parecen cabrones guerrilleros” fue sacado de su casa descalzo, junto con su esposa María Edilma Wilchez Muñoz y sus hijos, todos menores de edad, y otro joven. Luego fueron conducidos por el ejército fuera de su finca, como a 20 minutos con el joven ahijado de Isidro.
Después de 20 minutos los separaron, y a Isidro lo torturaron colgándolo a un árbol de los pies y manos por mas de dos horas, chuzándole con el fusil la cabeza y el pecho y diciéndole: “Este guerrillero está bueno para pegarle un tiro”.
Posteriormente lo bajaron y dos soldados lo cogieron de las partes genitales y lo levantaban hacia arriba insultándolo, luego lo tiraron al piso bocarriba y le echaron agua con bastante sal en la boca, lo tapaban con una toalla para ahogarlo, mientras que otros soldados lo sostenían de las manos y de los pies. Isidro forcejeó con los soldados y logró soltarse para poder respirar.
Cuando vieron que esto no surtía efecto, lo volvieron a coger de sus partes genitales, le introdujeron palos por la uretra, y le decían “Este guerrillero es de los buenos, porque no dice nada”. Isidro les decía: “No soy ningún guerrillero, y vivo de mi trabajo”. Le hicieron quitar la ropa y un soldado se ubicó como a unos 15 metros, le apuntaban con el fusil que lo iban a matar, empezaron a contar: “Uno... ¿y no dice nada?” y así contaron hasta tres.
Se burlaban, dijeron que había que colocarle una granada para que lo matara, le hicieron poner la ropa, lo hicieron sentarse en el piso, le colocaron un granada y un radio en medio de las piernas, y le decían: “¿qué cosa le gusta más, si música o qué?” y luego empezaron a contar por segundos y minutos hasta llegar a tres.
Estas torturas se dieron desde las seis de la mañana hasta las tres de la tarde, cuando llegó un capitán y dijo: “Camine hablamos que lo voy a investigar”. Luego lo pusieron en libertad, le dieron 20 mil pesos y le dijeron que no fuera a denunciar a ninguna autoridad.
El compañero Isidro, al tercer día de los hechos, hizo la denuncia en diferentes organizaciones sociales y entidades del estado, pero hasta la fecha esos hechos crueles e inhumanos continúan en la total impunidad.
En 2003, el ejército volvió a la vereda Las Ánimas, cerca a donde Isidro tiene su finca. Han vuelto a hacer averiguaciones a varios campesinos de la zona por Isidro: que él qué hace, que dónde vive, sin que se conozca para qué lo requieren.
El 14 de julio de 2008, un soldado se encontró a un campesino de la vereda Las Ánimas del corregimiento de Nazaret, localidad 20 de Sumapaz, y le enseñó una lista que contenía más de ocho nombres de campesinos de las veredas Las Ánimas y Sopas, entre ellos el de Isidro Mora, afiliado al Sindicato de Trabajadores Agrícolas de Sumapaz (Sintrapaz) y el del campesino Fidel Ignacio Pérez, a quien le pregunto si los conocían. El campesino respondió que eran hombres trabajadores conocidos en las veredas.
El 17 de julio de 2008, los compañeros Isidro Mora y Fidel Pérez fueron al sitio donde estaban acantonados los militares en la finca de Herederos Simbaqueba, en la vereda Las Ánimas, y hablaron con el comandante. Le dijeron: “Hemos tenido conocimiento que estamos en unas listas de nombres de campesinos que tienen ustedes, le reconfirmamos que somos moradores de esta vereda y los campesinos pueden dar fe quiénes somos nosotros, pues somos nacidos y criados en esta vereda y a nadie le hacemos daño”. El comandante contestó que él no sabía de ninguna lista, y que, además, el no tenía orden de coger preso a nadie, que eso lo hacían las instituciones como el CTI. Los campesinos le reiteraron al comandante, que no se iban a ir de la vereda porque el que no la debe, no la teme.
Exigencias del movimiento campesinoAnte este nuevo crimen de estado, las organizaciones campesinas, a través de un comunicado, plantean las siguientes solicitudes:
Al Gobierno Nacional
Que se investigue la desaparición forzada del hijo del compañero Isidro Mora, Milton Javier Mora Wilchez, quien fue torturado y posteriormente asesinado y arrojado al río Magdalena, para desaparecer toda clase de pruebas.
Que se investigue de una manera clara quiénes fueron los actores de este horrendo crimen, que pone en riesgo total a la familia Mora Wilches, por los antecedentes antes descritos.
Cumplir con el mandato constitucional de velar por la vida y la honra de los ciudadanos colombianos.
Que cese la persecución contra los líderes y organizaciones sociales. sindicales y populares.
Que se respete y se garantice el derecho a la organización y sindicalización.
Que se investiguen las actitudes de los miembros del Ejército Nacional acantonados en la zona.
A las autoridades locales y distritales
Hacer las investigaciones respectivas frente a los hechos mencionados en la presente denuncia.
La colaboración y acompañamiento en las diligencia judiciales para con los familiares de Milton Javier Mora Wilches, desaparecido forzadamente, torturado y asesinado de la manera más cruel.
A la comunidad nacional e internacional
Hacer las exigencias al Gobierno nacional, para que hechos como estos de desaparición forzada, tortura y asesinato como los sucedidos en la persona de Milton Javier Mora Wilchez, no queden en la impunidad.
Pronunciarse ante el Gobierno Nacional de Álvaro Uribe Vélez, los organismos de control y la Fiscalía Nacional, para que se esclarezca la persecución que hay por parte del Ejército Nacional contra el campesino Isidro Mora, afiliado a Sintrapaz.
Acompañamiento solidario y humanitario a los campesinos del Sumapaz, agrupados en Sintrapaz.
Con información de Fensuagro.
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